Cuando el toque de queda es una fiesta

CUANDO EL TOQUE DE QUEDA ES UNA FIESTA

Velos ahí, como animales, como seres irracionales que no entienden las palabras del capitán de la policía que les pide, mientras una cumbia de moda suena, que se encierren en sus casas porque ya ha empezado el toque de queda.
Pero a ellos no les importa, siguen compartiendo en el mismo vaso la cerveza que no ha dejado de pasar de mano en mano. Dicen que son dueños de la calle, que es su fiesta de carnaval, y que no hay presidente ni enfermedad que les arrebate su derecho a divertirse
El capitán les vuelve a explicar que estar reunidos en grupo solo expande la infección y pone en riesgo a los ancianos y jóvenes con problemas de salud. Pero las mujeres, las supuestas madres luchonas, aquellas que liban cerveza mientras dan de lactar a sus hijos, empiezan a insultar, a maldecir al uniformado.
Los suboficiales tratan de intervenir, pero el capitán, con las manos, les pide que se detengan, pues cinco policías no podrían con casi veinte personas.
«A mí no me va a venir a decir qué hacer en mi barrio. Y si me enfermo, ¿qué? Normal pe, causa. Normal», alentado por el alcohol y las personas que lo acompañan, el gringo Toño, el que se siente el líder de la calle, por haberse sacado el polo y llevar una botella en la mano, le grita al capitán mientras lo empuja.
Los suboficiales no soportan aquella deshonra, no les importa exponerse para defender a su capitán, ni que estén siendo grabados por algunos vecinos que sienten que están abusando de ellos. Saben deben arrestar siquiera a uno para mantener el respeto. Dos suboficiales cogen al gringo Toño, quien grita y ruega que le ayuden; se le ha ido la valentía.
Las mujeres empiezan a lanzar botellas, los varones forcejean con el capitán y los suboficiales, Ponce y Trujillo, mientras estos intentan proteger a sus compañeros, Flores y Velásquez, que luchan por subir a la camioneta al gringo Toño.
«¡******! Es por su bien. No queremos que se contagien», grita enardecido el suboficial Trujillo, pero a nadie le importa, las personas quieren evitar que el gringo Toño sea llevado «injustamente» a la comisaria.
El capitán cae después de ser golpeado por una botella, ha sido una mujer quien ha cometido aquella infamia. El suboficial Ponce golpea a la fémina, y es grabado, en el preciso momento, mientras los malandros gritan: «Abuso de autoridad», y se le tiran encima.
Los vecinos los superan en número. El gringo Toño ha logrado zafarse con la ayuda de unos adolescentes que se creen los bacanes del barrio, los mismos que no dejan de tirarles piedras a los suboficiales Flores y Velásquez.
Pero un evento logra cambiar el rumbo de la lucha. Los vecinos no saben lo que ha pasado, sin embargo, han reconocido el sonido que ha sido más fuerte que la cumbia que sigue sonando.
El suboficial Ponce, muy magullado, ayuda al capitán a ponerse de pie; y Flores y Velásquez, aunque heridos, sacan sus armas para evitar que la tragedia sea mayor.
«¿Qué hiciste?», logra gritar, a duras penas, el capitán al ver el cuerpo ensangrentado del gringo Toño. Pero el suboficial Trujillo no le contesta, sigue apuntando al cadáver.
Los vecinos empiezan a lamentarse, a gritar por justicia, pero se alejan, se dispersan. La madre y la mujer del gringo Toño se acercan a llorarle, y, cuando se dan cuenta de que sujeta una botella rota en la mano, tratan de esconderla, pero son amenazadas por el suboficial Flores, quien les pide que se alejen del cadáver.
El capitán le pide al suboficial Ponce que se comunique con la fiscalía, aunque el subalterno no quiere hacerlo, al final hace llamada.
Los gritos de justicia se escuchan con más fuerza, pero cada vez que son instados por la policía a meterse a sus casas, uno a uno, van desapareciendo. Solo se van quedando aquellos que no tienen reparos en grabar y acusar a la policía por abuso de autoridad.
La madre y la esposa del gringo Toño intentan, nuevamente, acercarse al cuerpo, pero el suboficial Velásquez lo impide. Ellas no son de confiar.
—¿Por qué, muchacho? —le pregunta acongojado el capitán, al acercarse al suboficial Trujillo, mientras la sangre no deja de fluir por su cuello.
—Era él o el país —responde el suboficial Trujillo mientras levanta las manos.
—No te entiendo.
—La víctima estaba a punto de apuñalar a Flores —vuelve a responder, temblando un poco, el suboficial Trujillo.
—Bastaba con un disparo en el aire —replica el capitán.
—No, capitán, como él hay muchos que no les importa la vida del resto. Le da lo mismo si se contagia o no. Y si yo puedo evitar que, por culpa de gente como él —sus ojos se empiezan a llenar de lágrimas—, mis abuelos, sus padres y la familia de mis colegas se infecten… lo volvería a hacer, volvería a asesinar a este sujeto para salvar la vida de un amigo y salvaguardar la tranquilidad de mi país.
El capitán se queda en silencio, no encuentra palabras para responderle al suboficial Trujillo. Con el rencor en el pecho y la frustración en el alma, el capitán ordena al suboficial Ponce que le ponga las esposas al oficial Trujillo y lo lleve a la camioneta hasta que la fiscalía llegue.
La música se ha terminado, los vecinos en sus casas se han resguardado. Una madre y una esposa lloran la muerte de un ser amado. El capitán y los suboficiales solo esperan que sus superiores no se dejen llevar por el morbo de los noticieros y las redes sociales.

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Fuente y autor: ©El obelisco de Hades.
Fuente de la imagen: Ministerio del Interior (Perú).

 

Son coneros pues, qué esperabas.

 

aburrido papu, al menos resalta en negrita los puntos importantes

 

La policia esta cagad* en el Peru gracias a leyes draconianas de nuestro podrido Poder Judicial.. en USA y Europa le metian 5 balazos a ese faltoso y no pasaba nada..

El peruano ya le perdio el respeto a la autoridad hace mucho tiempo.

 

Estamos aburridos,no podemos leer tanta letra. Resumen por favor

 

No leere todo eso

 

Resumen plis

 

La paranoia nos puede llevar a tomar decisiones equivocadas, lo que se debió hacer es encerrarlos a todos en un mismo lugar dejarlos encerrados y proveerles agua cada 8 horas, así la gente cumple con la cuarentena a la fuerza o por voluntad.

Pero aunque sería idóneo matarlos, tenemos que pensar que es una víctima de la falta de oportunidades o educación hasta de alimentación ocasionada por las fallas en nuestro sistema.

 

Resumen:

Le metieron 'bala' al cabecilla de un tono 'chicha', justo cuando estaba a punto de asesinar a uno de los oficiales que los intervenían.

La turba de 20 personas se disperso, la madre llora al muerto, "los vecinos" grabaron el hecho y muchos hablan sobre un "abuso de autoridad" cometido en su contra.

Al oficial, lo arrestan sus propios colegas y esperan que "la prensa" no los sepulte en vida.

Fin

 

resumen legendario.. para poder comprenderlo...

 

Más claro que los canales de Venecia hoy.